Los contenedores verdes merecen tener una segunda vida

23/08/2017

Redacción Línea Verde

El objetivo que persiguen consiste en brindar una segunda oportunidad a estos iglús: hay casi 212.000 repartidos por toda la geografía española y cada día, de media, albergan dos millones de kilos de vidrio; un material 100% reciclable de cuya gestión en España se ocupa Ecovidrio, entidad sin ánimo de lucro que también participa de la iniciativa que desarrolla la institución académica madrileña.

El equipo formado por la profesora Aurora Herrera y los alumnos Andrea García, Anais Porras, Carmen Huestamendia, Iván Ordoñez y Gerardo Martínez ha estudiado la viabilidad de esta y otras dos ideas -de entre un brainstorming de 50 propuestas- para el reciclado de contenedores de vidrio.

El refugio móvil para aves consta de dos partes diferenciadas e independientes entre sí: el corral de picoteo (un armazón de malla por los lados y el techo) y la caseta (para dormir y cuando arrecia el fríos, el viento o la lluvia).

"Cada gallina necesita una media de un metro cuadrado de espacio interior de cobijo y tres metros cuadrados de espacio exterior adyacente", explican los autores, que han tenido en cuenta tal información a la hora de concretar los gallineros y los corrales. Asimismo, para asegurar el bienestar de las aves, han construido un nido por cada cuatro gallinas. "Los nidales cumplen los requisitos de comodidad, oscuridad, frescura e higiene", aseguran. Los dormideros, por su parte, consisten en listones separados unos de otros, pero situados al mismo nivel para evitar que las gallinas se peleen o ensucien.

No se estimula la puesta de huevos

Si cualquiera entrara en el gallinero notaría una penumbra que, por supuesto, favorece que las aves, que son capaces de percibir intensidades de luz muy bajas, descansen cuando el sol se pone. Los huecos del refugio móvil permiten solo la entrada de luz natural, por lo que no se estimula de forma artificial la reproducción y la producción de huevos. Tanto la ventilación, para eliminar los gases tóxicos que se producen en el gallinero, como la temperatura (entre 20 y 22ºC) también se controlan.

El techo y el suelo del refugio móvil para gallinas presentan una inclinación para propiciar que el agua de lluvia se escurra y no se estanque, comenta el equipo de arquitectos.

Los materiales necesarios para hacer realidad su idea serían el PVC y la madera. Los bebederos estarían fabricados a partir de plástico, resultando más fáciles de lavar y permitiendo que el agua se deslice sin originar charcos. Los comederos, en cambio, se pueden construir con madera, pero pensados de forma que las aves no puedan introducirse en ellos para que no desperdicien el alimento.

abc.es / RUTH PILAR ESPINOSA

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